Mientras una densa lluvia tiñe mi patio y, ya embriagado del dulce licor y el amargo chocolate, vuelvo a buscarte en el tiempo, una noche más después de tanto silencio. Todo tambalea en la soledad de este cuarto, cuando el pensamiento deambula sin encontrar donde aferrarte y quedarse sostenido. Sintiendo que todo no sirvió de nada, cuando aun duele ver aquellas hojas que cayeron antes de marchitarse…
Como fue que aquella noche todo lo que construimos lo dejaste partir en un segundo?
Que sentiste al contemplar el morir de nuestra relación, sin intentar algo que valiera la pena?
Cuales fueron tus miedos que no permitían alimentar la existía de una garantía emocional?
Hoy ya perdimos los tiempos y los escenarios para intentar encontrar esas respuestas, y se torna insostenible el estar aferrado a cosas que perdieron el sentido.
Escondías las caras que nunca te dejaron descansar, mientras la prosperidad se desvanecía día tras día; solo necesitabas la voluntad de ordenar tu corazón y a los fantasmas del pasado, para buscar una autentica liberación que pueda purgar esas marcas que aun perduraban en vos, persiguiendo una felicidad sin de utopías.
Opte por no pensar en culpas ni reclamos, en esporádicas acciones y efímeras palabras; te siento desde entonces, te pienso desde aquel último adiós. Tantas veces pensé en que decir si volviéramos a tropezar, que hacer al retornar envuelto en tu mirada, pero no encuentro palabras para mitigar tanta incertidumbre.
Por las noches entre tantos rostros te he buscado, que voy a tener que olvidarme de vos hasta desangrarme, hasta dejar figuras incógnitas resistentes a la erosión. Se que soy yo el que pierde al irse, he tratado de quedarme y, jamás cambiaría el tiempo que pasamos juntos, pero no lograste hacer nada para retenerme.
Dejaste ir a alguien que hubiera dado todo por vos, y que lo demostró hasta el último día que compartieron juntos.
PD: Las acciones valen más que mil palabras