Adios amigo.

Angustia, palpitaciones, bronca, impotencia, silencio, y un agudo frió, que como pequeños alfileres, no dejaba de estremecer mi esqueleto. Un llamado que ni en pesadillas pudo ser predicho, cuando del otro lado, la vos de un amigo que se ahogaba en penas, intermitentemente pretendía contar una dolorosa y nueva realidad…



Tenia que lidiar con la marejada de recuerdos que poco a poco inundaban mi cabeza, cuando al mismo tiempo, mi otro lado asimilaba palabras sin sentido, que provenían de un oscuro y ruidoso tubo negro. Por momentos todo me pareció sin sentido, la mirada se me enredaba en esa pared escondida tras un descolorido cuadro, cuando los detalles de lo acontecido estremecían mi carne.
Luego, y sin premeditarlo, mi cabeza comenzó con vagos intentos, a reconstruir la tragedia, los instantes previos y la conmoción que se instalo en los seres. Y hasta ahí alcanzo, no quería ni deseba, intimar a mi imaginación con la fantasía de una perdida tan tremenda, no hay consuelo para el alma en estos momentos. Son demasiados los sentimientos que me colman de tristeza. Si algo me caracteriza es mi frialdad en algunas ocasiones, pero en este momento, y pese a las pocas imágenes que compartimos juntos, no logro evitar que mis ojos se llenen de lagrimas cuando se manifiesta en mi tu recuerdo.
Me duele pensar que no volveré a tropezar con vos en los pasillos de la facultad y retornar a comentarios absurdos de gente sin sentido, a charlas en el bar, al brindis por una noche de cacería. Es difícil cuando todo pierde el sentido, cuando te imponen el final, cuando el aprovechar cada segundo ya no tiene su ritmo, y no podes dejar de maquinar que le devendrá. Quizás no llegue a conocerte como el resto, tal vez el tiempo me negó ese lujo, pero supiste dejar una huella en mi, y hoy, no quiero tener que decirte adiós Carltios.