Hotel Alojamiento

Recostado tras espaldas vacías, contemplando una helada ventana y tiritando hasta la campanilla por culpa de mi holgazanería, una turbia luna removió esa cantidad de pensamientos tan nostálgicos como enigmáticos, que permanecían ocultos dentro de mi piel.
El remolino de rugosos miembros fusionados y de sabanas estremecidas por el sudor solo me hacia pensar una y otra ves en que una persona debería ser capaz de dos cosas, por un lado de observar aquello que ve, y por otro, de captar el modo en que lo esta viviendo. Me parecía evidente que la mujer a la que, por así decirlo, estaba examinando, escudriñando desde sus ojos, orejas y, hasta en ocasiones, su corazón, se metamorfoseara en un ser de piel tan rugosa como un reptil, de cuyos poros se segregaba el mas amargo sabor. Lo raro de este episodio es que no fue algo aislado…
Bajo la tenue luz de las mantas, no solo emergen fluidos, y gritos, la piel se estremece con cada vaivén, con cada suspiro; y lo particular en esta atmósfera, es la temible complejidad de placer.
En ocasiones no parece alcanzar con el más sabroso escenario, la perplejidad de una extrema comodidad o el complacer a los mas bajos dinosaurios. Distintos apetitos, para lo que por momentos parece una sola boca, dejan sin aliento hasta la mas sublime fantasía.
Cuando mi gemido había llegado a su punto más lastimoso, volví a sentir esa extraña sensación e intente tomarme desesperadamente de los bordes de la verdadera circunstancia en que me encontraba sumergido. Solo que ahora la realidad es todavía peor, como si estuviera despertando en una pesadilla. Y mis silencios, devueltos en apagados ecos en el cuarto, me llamaron a la verdad, en medio de esa oscuridad se repetían hasta apagarse las ansias por el esperado final.
Su piel esta mutando, el aroma no encuadra, su cuerpo ya no me demanda recórrelo hasta las ultimas comisuras, y como alguien que teme ser arrastrado de nuevo por un río violento y tenebroso del que a duras penas ah comenzado a salvarse agarrándose de los bordes de la realidad, decido detenerme, cualquier excusa me corresponde, no puedo volver a respirar su crudo aliento.
Percibo que no puedo borra las frescas huellas que reposan sobre nuestros húmedos cuerpos, pero mi deseo de repetir tan cruda escena escapo de mi mente con su ultimo jadeo.
Luego pierdo el sentido de lo cotidiano, el recuerdo de ese período y la conciencia que establece las grandes y decisivas divisiones en las que debo transitar; ahora, no puedo ofrecer mas que mi efímera presencia sobre el apagado colchon.
Conforme perezco ante el extremo placer – por esa única mujer-, mi mente, incapaz de viajar y mas que satisfecha con la presente realidad, me hace comprender que lo esencial es lo que sucede entre los cuerpos, entre ambos individuos, cuando el ser y la nada se penetran mutuamente, se conjugan hasta conformar una esfera suave y húmeda que se va secado lentamente, que se va endurecido, cristalizado y formalizado, hasta transformarse en una burbuja tan impenetrable que ni siquiera el aturdido mundo pueda sacudir.

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